Acorralados entre las amenazas de despidos y aumento en el ritmo de explotación, atacados por la represión y obstaculizados por sindicatos manejados por la empresa, tras décadas de intentos por establecer una organización representativa de los trabajadores, en 1960, encabezados por un Comité de Huelga en la clandestinidad, los obreros bananeros de Bocas del Toro suspendieron labores, junto a los compañeros del Pacífico, rompiendo al fin con el cerco a la formación de sindicatos, logrando con su acción arrancar mejores condiciones de vida en los enclaves de la United Fruit, establecidos desde la separación de Panamá de Colombia.
Casi 6 meses antes de aquella separación era asesinado el único líder honestamente vinculado con las reclamaciones de los sectores más explotados del Istmo, Victoriano Lorenzo, antecedente necesario de todas nuestras luchas populares y quien en su sangre tenía la dignidad de quienes en su inmensa mayoría nunca se rindieron y optaron por adentrarse en las montañas o morir, desde aquel primer encuentro en 1503 que luego condujo al genocidio en todo el continente y a la realidad actual de más de 5 siglos de exclusión cultural, económica y política.
Siglos durante los cuales llegaron los negros del África sometidos a la esclavitud, principalmente en las primeras formas de la ruta entre los 2 mares, de donde nacen historias de cimarrones y palenques, en la construcción del Canal y en plantaciones. Hay que añadir una invasión militar en 1989 y la progresiva reducción de los derechos económicos y sociales desde hace décadas.
Antonio Smith y Virgilio Castillo, por lo menos, son los últimos nombres que se suman a la lista de manera notable, víctimas del autoritarismo y la prepotencia de un gobierno. Acompañan a Al Iromi Smith, Osvaldo Lorenzo y Luigi Arguelles, asesinados en el gobierno anterior, al pueblo Naso en lucha por su territorio, al pueblo Kuna defendiendo su autonomía, a los Ngäbes, a los ecologistas que defienden la naturaleza y el derecho a un ambiente sano, a las comunidades afectadas por proyectos mineros, hidroeléctricos o turísticos residenciales.
No es la intención iniciar con una exposición histórica ni reclamar específicamente sobre culpables (aunque hay que hacerlo: más que irresponsablemente al no ser víctima, pedir «olvido, pasar la página y ver hacia adelante»). La intención es prevenir desde un inicio contra el peligro de enfocar el tema de los derechos humanos estrictamente en la coyuntura: el actual gobierno autoritario, concentrador de poder, violador de derechos, abusivo, discriminador y asesino, actuando alrededor de una o varias leyes o decretos, perdiendo de vista el carácter estructural de las violaciones a los derechos humanos en nuestro país, es más, la construcción del modelo de país que tenemos a partir de violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
El tema de derechos humanos no surge directamente de las inquietudes expresadas en foros anteriores, aunque tampoco le resulta extraño. Nace directamente de la coyuntura, y allí radica tanto su virtud como su peligro, de los sucesos ocurridos en julio de 2010 en Changuinola, junto a las persecuciones de dirigentes sociales en todo el país a raíz del conflicto por la existencia, contenido y aplicación de la Ley 30 en materia laboral, ambiental y de procedimiento penal a miembros de la Fuerza Pública, y el Decreto 537 que modifica la carta Orgánica de la Comarca Ngäbe Bugle, síntomas de una transición desde formas democráticas sin fondo democrático hacia formas violentas de mantener un modelo históricamente violento y poco democrático. El problema de fondo no es la ley, el problema de fondo es el modelo al cual la ley sirve.
Pero por qué tratar el tema de derechos humanos en un espacio llamado foro ideológico, ¿no es acaso contaminar con la política un pliego de buenos deseos para la humanidad?
Definitivamente no, porque los derechos humanos no son solamente una lista de buenos deseos, ni patrimonio exclusivo de burocracias nacionales ni internacionales, ni de aquellas organizaciones no gubernamentales de porcelana que no se atreven o no le conviene meterse en el centro del huracán, a confrontar directamente allí donde se decide vulnerar un derecho.
Los derechos humanos son el producto, llevado al mundo de lo jurídico, de aquellas luchas sociales que acompañadas de una visión sobre el ser humano, la sociedad, la naturaleza, nos han llevado para bien y para mal a este momento en que nos encontramos y del cual tenemos que tomar lo mejor para avanzar.
Los derechos humanos nos pertenecen, no son el obsequio de ningún gobierno, de ningún mandatario, quienes sí tienen la obligación de respetar y proteger tales derechos, donde entra la cuestión de la calidad del desempeño de los poderes públicos (Ejecutivo, Legislativo, Judicial) e instituciones (Defensoría del Pueblo, ministerios y tribunales específicos) en cumplir con tales obligaciones legales frente a toda la ciudadanía, para poder decir que vivimos en un verdadero Estado de Derecho, que es más que aquel en que el gobierno se dicta las leyes a su antojo e interés para luego decir que cumple la ley que el mismo se ha hecho a la medida, más que decir que tenemos una constitución que se cumple o incumple dependiendo de quien se beneficia, más que formalmente democrático, porque no toda elección mayoritaria es la mejor y así como las minorías no pueden imponer a la mayoría, tampoco éstas pueden someter a aquellas con el simple argumento de la cantidad.
Un verdadero Estado de Derecho es aquel en que se consagran, respetan y protegen los derechos humanos de la gente. Cosa que nunca hemos tenido ni estamos en camino de tener, esencial para que los seres humanos no se vean compelidos al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión, como advierte el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Otros muchos y variados elementos del discurso político dominante hay que desmitificar: que la democracia son elecciones, que la democracia es posible con ciudadanos sin derechos, que el Estado somos todos cuando las leyes y las instituciones se usan en beneficio de algunos, que el progreso está a 6 kilómetros en Bonyik, que desarrollo equivale a hidroeléctricas y minería, que somos algo distinto o superior al río, el bosque o la montaña, que el derecho es igual a justicia, que la ley es justa y hay que obedecerla aunque salgamos perdiendo para que otros ganen, que somos libres porque podemos circular aunque no tengamos la libertad de ejercer libremente nuestras libertades, deberes y derechos.
¿Por qué hablar de derechos humanos en un espacio llamado foro ideológico, invitando a considerar abiertamente su dimensión política? Porque la dignidad humana siempre ha estado alejada de la política en el país: no hay que olvidar también que negros, indígenas, asiáticos y otras razas prohibidas, fueron víctimas de la discriminación en el discurso y la práctica política de Arnulfo Arias Madrid. Que la intolerancia ideológica estuvo presente en José Antonio Remón Cantera y retoma su fuerza en el tiempo actual. Que se dieron desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales durante los gobiernos de Omar Torrijos y Manuel Antonio Noriega.
El problema de los derechos humanos no es una ley, es una ley que facilita la desposesión como parte de un modelo que se basa en utilizar el poder para desposeer sectores sociales de sus derechos ambientales, laborales, su derecho a la tierra y la protesta, su capacidad de resistencia ante el despojo en beneficio de grupos reducidos.
Un modelo también ejercido sobre otros pueblos del área, como darán testimonio los compañeros de Honduras y Costa Rica, desde realidades distintas, pero que nos demuestran el carácter regional y general del desprecio a la dignidad humana, la posibilidad de incorporar a nuestras luchas una perspectiva de derechos humanos, en lo político, en lo jurídico, en las calles, en los tribunales, en las montañas y en los medios de comunicación, así como la necesidad de reconocer que cada uno por separado en parcelas dentro de nuestros países y entre nuestros países, no podremos triunfar en una lucha contra un enemigo mayor a cada una de nuestras individualidades.
Dentro de los foros ideológicos se ha tratado el tema de la participación de los jóvenes en política y de la relación entre ésta y la ecología, ambas circunscritas al ámbito nacional, bajo la modalidad de diálogo entre el público y miembros de movimientos sociales, partidos políticos, colectivos, grupos estudiantiles, organizaciones temáticas, con el objetivo de establecer un espacio de relación entre sectores con contradicciones y puntos en común propios de la dinámica social y política del país, sin el afán de proclamar la unidad ni la uniformidad, sino simplemente conocer al otro para establecer las bases de puentes posibles.
Bienvenid@s tod@s, muchas gracias.
(1) introducción realizada por Ramón H. Benjamín M., de Manos & Cerebros
(2) foro realizado el 1° de octubre de 2010, en el Centro Regional Universitario de Bocas del Toro, en Changuinola, Panamá